La alegría de la Consolación

“Consuelen ,consuelen a mi Pueblo…” (Is. 40, 1-2)

La Carta del Papa Francisco para el año de la vida consagrada, «ALEGRENSE», es una invitación a la alegría y consolación, tal como se lee en Isaías. Es una consolación unida a la alegría, a aquel Alégrense, que acompañó toda la existencia de María desde el primer sí hasta Pentecostés.

Y la vez esta consolación y alegría es la que acompañó,el sí de tantas hermanas nuestras, en la entrega, y pasión por el Reino.

Son muchos los nombres que podemos traer a la memoria, para agradecer, y celebrar la entrega de sus vidas. Pero neste momento tenemos muy viva la experiencia vivida por toda nuestra familia de Misioneras de la Consolata, la Beatificación de la Hna. Irene Stefani.

Acontecimiento que llenó de alegría, gratitud, y consolación nuestros corazones, y el de tantas personas, que mantienen vivo el recuerdo, de su alegre presencia, que, con el corazón inflamado de amor y ternura abrazó la realidad de cuantos acercó en su vida de misionera, y misionera de la Consolata. La Beata Irene, como María, actuó sempre movida exclusivamente por el amor.

Un amor que se hace servicio y cercanía. Y como Maria va deprisa, grávida de Vida, así la vivió la Beata Irene llevando consolación, en el servicio alegre, y generoso. Su misión y mensaje brotan de la hondura del encuentro de Dios con esta mujer sencilla, llamada Irene, encuentro que transforma su corazón en un corazón de madre, como la recuerdan todavia hoy en Kenya.

La gente la recuerda como Nyaatha: madre toda ternura , toda misericordia.

la sonrisa de Hna Irene hablaba de amor y de Dios

Expresiones que revelan,la grandeza de un corazón consolado, porque ha experimentado la grandeza del amor, de Jesús el Consolador, y a su vez lleva consolación.

De la alegria del encuentro con el Señor brota nuestra misión . Consolar es hablar al corazón para confortarlo, anunciarle buenas noticias, hacerle saber que Dios es ternura, amor sin límites. Su palabra y su presencia son fuente de esperanza y de alegría.

Esto es lo que vivió, la beata Irene Stefani, sea en la convivencia fraterna como con la gente del Kenya.

Pienso que el sueño de Dios y de nuestro Fundador es que nuestras comunidades, se reconozcan y vibren por la alegría y consolación, que nos caracterizan y tiene que dar la identidad de misioneras de la Consolata.

la comunidad de Vilacaya (Bolivia)

Como piensa Dios nuestras comunidades, así las deseamos todas nosotras: comunidades donde se recibe y se da consolación, es decir, amor.

Guardo en mi corazón las experiencias vividas: encuentros con hermanas que nos han precedido ¡Cuánto consuelo y alegría al ver con qué pasión recordaban los años de la misión, llevando adelante la semilla del carisma! ¡La alegría de la Consolación! Cuánto amor desinteresado en el servicio a los más pobres. He aprendido mucho y guardo con gratitud sus experiencias compartidas que hoy estimulan mi entrega y me invitan a mirar al futuro con alegría y esperanza.

Dios es fiel…El continuará a realizar en cada una de nosotras y con nosotras su proyecto de amor.

El amor es principio porque impulsa a consolar a otros, como anota Pablo (Fil 2,1) y el amor es la culminación porque toda experiencia de haber sido consolado termina en un acto de amor.

El máximo consuelo es el amor.por eso, el salmista exclama:

“Que tu amor me sirva de consuelo” (Sal 119,76) y Pablo pone de manifiesto en el corazón mismo de Cristo esa unidad de amor, Consolación y esperanza. (2 Tes 2,16).

Esta reflexión me traen a la memoria el estribillo de un canto en ocasión del centenario de nuestra Familia misionera:

Nuestro Carisma es Consolación,

Consolación que viene de Dios,

Passa en ti, passa por mi y corre al encuentro de cada hermano.

Que la Virgen Consolata en su fiesta nos bendiga a todos y nos ayude a ser estes canales, que facilitan el passo de la corriente de vida, alegría, consolación que brotan del corazón de nuestra misma Madre Consolata.

Hna Palmira Coelho, mc