Beata Irene: la despedida a la familia
Al inicio de
nuestra historia misionera, nuestras hermanas sabían que dejaban su país de origen para
nunca más volver. Así escribe la Beata Irene a sus hermanas de sangre, al
despedirse de ellas:
El 14 de diciembre de 1914, Hna Irene escribe a sus
hermanas Marieta y a Antonieta, quienes lógicamente, estando en el colegio,
todavía no saben la novedad. El tono es de quien no cabe dentro de sí por la
alegría: "Bueno, ¿ustedes no saben -escribe- la gracia señalada que el
Niñito Celestial me anticipó para las Santas Fiestas Navideñas? Me apresuro a contársela,
para que por favor la compartan con sus Reverendísimas Directora y Madres
Guadagnino y Bona; pídanle la caridad de
tenerme siempre presente en sus oraciones, para que el queridísimo Jesús me
ayude a corresponder fielmente a una gracia tan sublime. Sí, el Divino Salvador
como ya un día llamó a sus amados Apóstoles, me hizo sentir el llamado de ir a
comenzar mi misión; y el próximo 28 del cte. mes si nada obstaculiza las disposiciones
de mis Veneradísimos superiores, un grupo de nosotras Misioneras partirá para
África y yo, su felicísima hermana, aunque si indigna, fui elegida y
privilegiada con una gracia tan sublime".
"Queridísimas mías -continúa- no crean que el
profundo afecto que les tengo no me haga sentir el sacrificio de alejarme sin
volver a verlas. Pero, ¿qué quieren? Es Jesús quien me lo pide; y quien me llama por medio de la
obediencia ¿y como responder de mala gana a tan anhelada invitación de mi
Celeste esposo? Esta tierra .no es más que un exilio, nuestra patria es el
cielo. Allí nos reuniremos con todos nuestros seres queridos para no separarnos
nunca más. Allí se nos dará la gracia de disfrutar eternamente las alegrías de
la familia. ¡Cuántas cosas podremos decirnos!, porque allí la palabra es
importante. Además, creo que nuestra alegría será más grande, como si nunca nos
hubiésemos separado. Y el sacrificio que todos vamos a hacer generosamente,
Dios nos lo retribuirá en abundancia. Las bendecirá también en sus estudios, ya
que está muy claro que es su voluntad que ustedes estudien, ya que las ha
puesto allí, donde recibirán una cuidadosa educación. Por lo tanto, estudien
mucho y de buena gana, aprendan bien también a trabajar. Todo esto nos obliga a ser muy agradecidas con
nuestros seres queridos y bienhechores que continuamente sacrifican todo, sin
mirar a otra cosa más que su propio
bien. Ciertamente, que estaremos mucho, más unidas también al Niño Jesús, y si
tratamos de hacer todas nuestras acciones por amor a él, sin perder ni siquiera
un instante, él colmará sus deseos y
les concederá gracias particulares".
Quizás, nosotros, no nos hayamos dado cuenta, pero
este es verdaderamente su testamento: la hermana Irene es consciente de que
nunca más volverá a ver su tierra ni a sus seres queridos y habla de esta
dramática laceración porque así era para todos desde el escenario de la fe, nos veremos entonces en el cielo.
Beata Irene: la despedida a la familia
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