Crónicas desde el Impenetrable Chaqueño
Marcelo Nievas, joven periodista
chaqueño, hace algunos meses vive en Comandancia Frías, y nos relata su
encuentro con las Hermanas Misioneras de la Consolata que allá viven.
Marcelo, Ariela y Alma con las Hermanas de la comunidad de CF |
Comienza
una nueva etapa de nuestra vida. De tanto pedir, de tantas súplicas, al fin se
dio la posibilidad para que Ariela, mi señora, consiga trabajo. Estamos muy
contenos, hasta Almita, nuestra pequeña niñita de dos años y seis meses, al
percibir nuestras alegrías, pues ella también lo está.
Comandancia Frías creo que ha sido el lugar
propicio para nosotros y sumamente positivo para Alma, diría es un lugar
perfecto. Y además nos ayudó a consolidarnos como pareja y como padres aún más.
La llegada a este lugar se da de la
siguiente manera: es un pueblito muy pequeño, prácticamente escondido en el
monte del Impenetrable Chaqueño, tanto es así, que cuando nos pusimos a buscar
imágenes del pueblo o de un mapa de referencia, no encontramos. Este pueblito
sin dudas es ignoto, estoy cuasi seguro que para el mundo y gran parte de las
personas que viven en la Provincia del Chaco, o sea de su misma Provincia, es
inexistente. Lo único que encontramos como mapa de referencia fue un
micro-croquis, que contenía el trazado de una ruta por el que teníamos que
seguir para llegar a Comandancia Frías.
La primera persona que se encamina para Frías
es Ariela. Su partida no fue sencilla: parte de Quitilipi un día domingo, con
destino la Fundación Valdocco, a 4 km de Comandancia Frías. Pero el mismo
domingo que partió, comenzó a llover. Cualquiera diría: está lloviendo, si no
hay viento o la lluvia no es tan intensa, no pasa nada. Pero no es así: el
inconveniente que se tiene con las lluvias en esta zona, donde hay que
transitar 250 km por camino de tierra, es grande, practicamente es imposible
hacerlo.
Todas las personas que tenían como destino
el mismo lugar, todos ellos profesores, tenían como punto de encuentro la
localidad de Juan José Castelli, portal del Impenetrable Chaqueño. Son 197 km
de Quitilipi.
Por la lluvia, pudieron llegar solo hasta
Fuerte Esperanza, a 90 km de la Fundación Valdocco y de Frías, entonces
regresaron a Castelli y permanecieron variados días.
La primera noche sin Ariela fue una de las
noches más tristes que tuvimos todos, sobre todo cuando llegó la hora de
dormir. Alma, nuestra niñita, jamás hasta ese día había dormido o quedado sin
su mamá. Observando a “Almita”, era una de sus noches más tristes, a todos nos
partía el “alma” verla llorar y pedir por su mamá, nosotros no otra cosa más
que ponernos a llorar con ella, lo único que nos salía. Pobre mi niña es algo
que no quiero recordar, cada vez que lo hago me pongo a llorar.
Después de algun tiempo, Ariela consiguió trabajo
en la escuela del pueblito, y dejó la Fundación Valdocco. Como ya había
conseguido el alquiler, nos avisó, nos pusimos en marcha en preparar las cosas
que teníamos que traer.
Almita y yo estábamos muy ansiosos,
esperando a que llegue ese bendito día para encontrarnos con Ariela. Después de
una semana de preparativos llego el gran día, muy entusiasmado emprendimos el
viaje.
Volley con l@s chic@s del pueblo |
Una vez ya establecidos, me invadía una
gran curiosidad por saber todo acerca de este pueblito, sobre todo su
idiosincrasia.
Lo que observo es que estamos lejos de
todos y de todo, por ejemplo, tv, se puede mirar solo con antenas Directv. El
agua potable no es tan buena, al agua del aljibe hay que hacerla hervir, no hay
ripios, calles pavimentadas, mucho menos asfalto.
Lo que veo es gran cantidad de aborígenes
mezclados con criollos. Los criollos la mayoría son del lugar. Sin embargo esta
zona es reserva aborigen.
Desde mi punto de vista este pueblito
paulatinamente comienza a prosperar y a fortalecerse para formarse como un gran
pueblo.
También en este camino de pujanza, se
encuentran las hermanas Misioneras de la Consolata. Son de las pocas hermanas
que conocí con una dinámica admirable, con ganas de hacer cosas, hablar con las
personas, proyectar acciones con los jóvenes, ejemplo: jugar al vóley, hablarles
todo el tiempo que es necesario. Como dicen los chicos, las hermanas se
pusieron las pilas.
El pueblito tiene muy pocas cuadras, a su
alrededor tiene una inmensa vegetación, un río extenso, cuando crece su cauce
lleva todo lo que está a su paso. Esta zona es un mundo aparte.
Las personas que viven acá, les gusta el
mate dulce, a toda hora, siempre está la propuesta de un buen mate dulce. Este
pueblito no cuenta con municipalidad, ni siquiera una comisión de fomento. Tan
solo funciona como una delegación, que pertenece a la municipalidad de Fuerte
Esperanza, entre ambas hay una distancia de 90 kilómetros. Literalmente este pueblito
está abandonado por sus funcionarios político.
Acá en este lugar no existe conexión vía
internet.
En este lugar todo es tan duro. Por lo
pronto la iglesia y las hermanas que la representan acompañan a esta comunidad.
Hablando con las hermanas, me dicen que
están trabajando arduamente para mostrar a la comunidad el camino por cual transitar,
para un futuro más prospero, enseñándoles también la palabra de Dios y las
acciones de Jesús.
En tanto Ariela y Yo, estamos muy
conectados con las hermanas que muy buenas, estamos a disposición de la
comunidad en lo que necesite, y las hermanas ya saben que cuentan con nosotros
en lo que necesiten, es reciproco.
Seguiremos trabajando y aprendiendo de
todas estas personas, apostando a que puedan convergir en un mismo sentido.
Quizás algo quede para ellos, pero nosotros, estoy
seguro, nos llevaremos mucho más y lo mejor de Comandancia Frías.
Marcelo Nievas
Crónicas desde el Impenetrable Chaqueño
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