Misioneras Sacramentinas: recuerdos (y consejos) misioneros

Vamos a continuar nuestra charla con la Hermanas Misioneras Sacramentinas: vida entregadas a la misión, que hoy tienen muchas riquezas para compartir a todos, y sobretodo a las nuevas generaciones. 
Escuchemos sus recuerdos llenos de vida... 

Hermana Orlanda nos cuenta su alegría en participar de la misión itinerante, que se realizó en la provincia de Formosa, junto con los Misioneros de la Consolata:

“Hacer parte del equipo itinerante de las colonias fue una grande alegría para mi: trabajo arduo, desafiante, pero con mucha alegría, porque refleja nuestro carisma: ir, formar y dejar. Conocí a mucha gente, me han querido tanto, hasta llorar cuando alguien fallecía, que ya los sentía como parte de mi familia. Fueron 10 años en Pirané, donde pude dar lo mejor de mi juventud”

Y continúa: “Un día, visitando por el monte, un día nos encontramos dos viejitos en un ranchito. Eran personas muy cristianas, muy contentas. Y estaban enfermos. Le preguntamos si quería encontrarse con un sacerdote, y él dijo, con mucha fuerza: “¡Hace un año que te estoy esperando!” casi como un reproche. En este momento el Padre Auletta iba a la fiesta patronal de Pirané, y organizamos con el Padre una visita a este viejito, que vivía de Dios. El Padre le dio los Sacramentos, y cuando lo despidió, decía: “¡Gracias, Padre!” lo abrazaba y no lo quería soltar”.

Las Hermanas: Nazarena, Adela y Floranna: en camino...

También h.na Nazarena tiene mucha cosa para compartir, y nos cuenta:

“Doña María no quería saber nada del cura, porque decía que le había faltado de respecto. Rezábamos mucho por ella, e iba a visitarla. Siempre me decía de cuidarle los gatos. Un día, al llegar, me dijo: “¡Hermana, tráigame el cura!” Apenas lo vio, dijo: “¡Padre, son 35 años que no piso la Iglesia!” Nosotras salimos y el Padre la atendió. Después pidió la comunión. Dos días después falleció. Para mi estas cosas son una recompensa de todo el resto. Porque nosotras no podemos saber lo que sembramos, pero estas son señales de la acción de Dios”.

Y, para terminar, ¿qué consejos quieren dejar a las jóvenes hermanas que están empezando su vida misioneras?

“Que sea feliz cómo fui yo” dice la h.na Adela “El Señor te va a decir las cosas. Yo di la vida para esto, recorrimos todas las colonias, y cuando la gente salía de la casa, decía: “¡Dios se acordó de nosotros!”

H.na María añade: “Yo le diría: tómate fuerte de la mano de él y vete: sin Jesús nada podrás hacer. Y como dice san Pablo: “Cuando soy débil, entonces soy fuerte”: cuando tocas el fondo, y siente que te brota dentro muy fuerte: “Jesús te necesito”