Congreso IAM en Potosí: la misión de los pequeños

Maritza es una niña de 8 años, una de las últimas creaturas de Don Leucadio y Doña Felipa. La familia trabaja harto y duro todo el año, pero la vida del campo no es facil, y la tierra da sólo lo necesario para comer, nada más. Pero los milagros del amor son grandes, y no sabemos como, Leucadio y Felipa consiguen pagar la inscripción al Congreso IAM a Maritza y a sus hermanitos Oscar y Beimar. Nosotras hermanas estábamos con un ojo atento, listas para dar unas moneditas a los tres para comprarse golosinas al kiosquito, “asaltado” por una muchedumbre de niños golosos. Pero Maritza nos dice, con orgullo y dignidad: “Tengo plata: he trabajado y ahora tengo 10 bolivianos”. Papá Leucadio ha propuesto a los tres niños de trabajar cuidando los animalitos, y les pagó el sueldo.

el letrero de Vilacaya

Ésta es una de las tantas historias que se podrían contar sobre los niños de la Infancia y Adolescencia Misionera convocados en Potosí para el Congreso IAM. En total, 2000 misioneritos, con mucha pila y gana de jugar, cantar, bailar. El grupo de Vilacaya contaba con 36 niños y 5 animadoras: nosotras hermanitas Stefania y María Elena, la profesora de religión Sandra y las dos chicas Sandra y Elizabeth. El Congreso duró desde el miércoles 16 de octubre hasta el domingo 20, día mundial de la misión. Y deveras, el testimonio misionero nos lo dieron nuestros pequeños, con su entusiasmo y ganas de anunciar a Jesucristo.

Hna Maria Elena y Hna Stefania con algunos misioneritos

Una imagen muy bonita nos lo dice todo: de regreso a Vilacaya, muy cansados pero super felices, los misioneritos empiezan a cantar los cantos aprendidos al Congreso. Pero ya no es suficiente hacerlo sólo dentro del grupo, entonces abren las ventanas de la flota, y comienzan a gritar y cantar en alta voz, en todos los pueblitos y comunidades en donde pasaba la movilidad. La fuerza y entusiasmo puestos, son un testimonio bellísimo de la pasión para la misión, que otra cosa no es, sino las ganas tremendas de compartir lo bello que es Dios y el vivir con él.

una escuela de la ciudad ha preparado danzas de cada continente

El tema del encuentro giraba al rededor de la imagen de la abeja, que sabe trabajar en equipo, no se cansa de ir de flor en flor, y así produce la preciosa miel, fruto de su acción incansable. Qué Dios bendiga nuestras abejitas misioneras, el futuro de Potosí y de nuestra Iglesia: que no pierdan nunca este entusiasmo y enseñen a nosotros los adultos a testimoniar a Cristo, abriendo las ventanas de la flota, y también las de nuestros corazones.