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Pachamama

Pachamama es una de las palabras más conocidas de la cultura andina, sin embargo hasta cuando no se vive en el Altiplano, codo a codo con la gente, no se entiende su sentido más profundo.
Vilacaya es una parroquia que cuenta 44 comunidades, formadas por familias campesinas; la relación con la tierra es constante y vital: todo el año la gente trabaja para tener la comida desde su trabajo.

arado con bueyes
El calendario andino tradicional, por eso, es dividido en cuatro temporadas, de acuerdo con las actividades agropecuarias: preparación de la tierra, la siembra, el cuidado de las plantas que crecen, la cosecha. Todo depende de la tierra y del cielo: la fertilidad, lluvia, helada y granizo: se trata de un equilibrio frágil, sobretodo hoy con los cambios climáticos que hacen difícil la vida y la sobrevivencia.

Maìs: uno de los productos cultivados en Vilacaya
Si todo ésto es verdad para cualquier campesino del mundo, mucho más para regiones pobres como el Altiplano: el sistema de riego no alcanza a todas las chacras, así que la mayoría del sembradío depende de la cantidad y regularidad de la lluvia.
El pueblo andino ve a la tierra como a una madre: desde su vientre nacimos y a su vientre volvemos. Los frutos que se cosechan son dones de su amor gratuito, tienen su misma vida y dan vida a los seres que los comen.

La Pachamama es considerada una persona con la cual la gente se relaciona: se pide permiso para poderla trabajar y para sembrar. La tierra no es considerada una cosa para usar y para ganar, según la lógica moderna que todos conocemos. Por lo contrario es una persona con la cual se dialoga, de la cual se recibe con gratuidad, por eso se respeta y se defiende.

hojas de coca, planta sagrada, usadas en los rituales
La Pachamama tiene su mes: se cree que en agosto la Tierra se despierta (ya estamos cerca de la primavera), por eso las familias organizan rituales para ofrecer a la Madre Tierra: todos saben que de Ella se recibe con gratuidad, y con gratuidad le ofrecen comida, hojas de coca (planta sagrada, que no es droga como muchos piensan). Los campos están arados, falta poco y ya empieza la siembra: agosto es un mes de espera, en el cual cesan los trabajos de la tierra y se celebra la bondad de la Pachamama.  

ofrenda a la Pachamama en tiempo de carnaval, correspondiente al tiempo de la cosecha
No es el único tiempo del año en que se ofrece a la Tierra: cada momento y cada trabajo (inclusive la limpieza de las acequias en diciembre) es una ocasión para relacionarse con respeto a la Pachamama.
Me parece que la sabiduría originaria tiene mucho para enseñarnos, hoy. Papa Francisco lo recuerda en su última encíclica: Laudato si’. Escuchemoslo:


Esta hermana (la Tierra) clama por el daño que le pro­vocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus pro­pietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano, he­rido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, aen el agua, en el aire y en los seres vivien­tes. Por eso, entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devasta­da tierra, que « gime y sufre dolores de parto » (n.2)
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