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Misioneras de la Consolata en Argentina y Bolivia
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Una Misa de réquiem para mí

Escuché con atención los discursos fúnebres sobre mi vida, recién terminada: muchas personas se pusieron de pie para cantar las alabanzas de todo lo que había hecho en la tierra, de los beneficios que les había mostrado, de las millas que habíamos cruzado juntos, de los viajes todavía teníamos que hacer... Entonces el sacerdote apareció junto con los monaguillos y poco a poco mi cuerpo sin vida estaba siendo bajado a la tierra para ser mezclado para siempre en la tierra de donde vino. En este momento salté de la cama sudando y jadeando en voz alta, me tocó a mí misma y suspiré! Sólo para comprobar si es que estaba realmente muerta o era sólo una pesadilla. ¡Sí! Yo todavía estaba viva aunque sacudida un poco. Me senté en mi cama para reflexionar sobre la homilía del sacerdote que había oído a mi supuesta misa de réquiem "esta señorita estamos enterrando teníamos un montón de posibilidades dentro de ella, ella pudo haber tenido algunas tareas sin terminar y sin embargo, Dios en su sabiduría ... .. "En ese momento entendí el mensaje del sueño: que tengo un gran potencial dentro de mí que si no lo aprovecho permanecería oculto y perdido para siempre. Me quedé asombrada por el sueño y  despierta. Más tarde, después de unos minutos me di cuenta que tenía mucho trabajo que hacer para mi formación personal.


Tomé un papel y un lápiz y empecé a pensar seriamente acerca de mi vida; ésto me llevó a llegar a las siguientes preguntas para una reflexión diaria: ¿cuáles son mis capacidades y talentos? ¿Cuáles son mis aficiones? ¿Cuáles son mis alegrías y tristezas, ¿a quién tengo que conciliar con la actualidad? ¿Cuál pasado tengo que necesita reconciliación? ¿A quién considero un enemigo? ¿Quién ha hecho daño a mí y cuando voy a perdonar a él / ella? Quién me ha amado y cómo puedo apreciarlo/la? Reflexioné sobre los viajes que se supone debo hacer para llegar a ser una mejor persona y que seguí posponiendo, la caridad que no hice aún, los lugares que me había propuesto visitar, las personas que había prometido acompañar en mi oración, y que me había olvidado y de donde quiero estar después de mi muerte, del legado que quiero vivir detrás. Con todo ésto me di cuenta de que, efectivamente, tenía un montón de tareas para cumplir en esta tierra y que el viaje debe comenzar ahora, hoy.


Queridos jóvenes, juntos tenemos un largo viaje: hay que vivir su vida al máximo. Por favor, no permitan que se mueran antes de aprovechar plenamente esos potenciales dentro de nosotros Pregunten por las gracias que a diario necesitan para poder vivir cada momento a la vez y estoy segura de que nuestro Dios misericordioso en su ternura y compasión les guiará en todos sus viajes. ¡Bendiciones!


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