Fiesta de la Beata Irene Stefani
Hoy, 31 de octubre, celebramos por la primera vez la
memoria en la liturgia de la Beata Irene Stefani, misionera de la Consolata
beatificada en Kenya en mayo.
En esta fecha, hace 85 años, moría la Hna Irene, después de una vida breve pero entregada a Dios y a los hermanos, hasta el final.
Han dicho de nuestra Beata que fue mártir de la caridad, pues murió de una peste, por haber asistido enfermos en las últimas horas de vida.
Sigue ahora el relato de su última caridad, así como nos lo cuenta el libro: “El Evangelio de la sonrisa”, escrito por A. Montanari:
“Un día antes de comenzar la
lección, Marcos le dijo que mientras ella estaba de visita en una villa, había
venido un nuevo maestro que la iba a reemplazar en las dos clases superiores,
pero no le reveló el nombre. Mientras tanto, padre Andrione, el sucesor del
padre Gillio, callaba. La noticia no perturbó la tranquilidad habitual de la hermana;
ya le había ocurrido en otra ocasión haber tenido que “bajar” por una nueva
designación y había aceptado sin pestañear. Tal vez, pensó, el nuevo maestro
sería su hijo espiritual, Julius Ngare.
Aquí hay que dar un paso atrás.
Este Julius era un joven protestante que enseñaba en una escuela presbiteriana
de Kahumbu, un pueblo no muy lejos de Gikondi. Cuando la hermana Irene pasaba por
aquella parte, como era su costumbre, saludaba a todos con la misma sonrisa. A
Julius le gustaba una chica de Gikondi, Lidia, pero que más tarde se casó con
otro. Un día en que la Hermana
Irene lo invitó a la fiesta de la escuela, él se presentó a la Misión , asistiendo
educadamente a las actuaciones programadas. Conquistado por la gracia y la
dulzura de aquella hermanita, había regresado varias veces a visitarla. Esta
comunicación abrió el ánimo de Julius. Después de una catequesis apropiada, se
convirtió al catolicismo, pasando a enseñar en la escuela de Gathukimundu
situada en una colina frente Gikondi.
Su buena preparación atrajo de
inmediato a un montón de muchachos, incluso salidos de las clases de la hermana
Irene. Ella no se preocupaba por esta "competencia", porque ese
maestro cada domingo por la mañana reunía a todos los alumnos de las escuelas
de la zona para hacerlos jugar. Su método lograba una especie de oratorio
festivo que podría llevar a otros bautismos. Entre otros antecedentes, fue él precisamente
quien convirtió al catolicismo a su colega Marcos, titular de las dos primeras
clases de primaria.
Su creciente popularidad entre
los jóvenes llevó a algunos de ellos a ejercer presión para que a Julius se le
confiaran las clases de los grandes, dejando a la hermana Irene entre los más
pequeños. Fueron los mismos que, delante de Mons. Perrachon, habían acusado a
la hermana de su incompetencia.
Después de un tiempo se supo que
detrás de esta "conspiración" estaba el mismo Julius quien creyó saber
enseñar mucho mejor que la Stefani ".
La hermana Irene -dijo la hermana Ferdinanda Gatti- después de tantas
fatigas... después de años de trabajo intenso, vio desintegrarse casi
totalmente a su escuela; vio la ingratitud donde hubiera tenido que recoger
reconocimiento y precisamente en los momentos de su última grave enfermedad.
Pero la hermana Irene era santa y no se quejó de nada”.
El domingo 19 de octubre, Julius,
después de reunirse como de costumbre con sus muchachos, sintió un extraño
malestar que lo obligó a regresar a su casa de inmediato. Le dijo a la hermana
Irene que estaba muy resfriado, y ella le dio algunas píldoras. En realidad,
ellos no lo percibieron, pero se trataba de algo mucho más grave. En Gikondi se
estaba propagando una epidemia de peste pulmonar que ya había contagiado a tres
ayudantes de cocina de la
Misión.
Ese día tampoco la hermana Irene
se sentía bien. A la mañana siguiente advirtió una fuerte sensación de náuseas
y arcadas seguidas de vómitos. Como se conmemoraba la fiesta litúrgica de Santa
Irene, los Misioneros y las Misioneras que la felicitaban en el día de su
onomástico, notaron una palidez inusual en su rostro, pero no le prestaron
mucha atención porque, como de costumbre, ella se estaba preparando para ir a
visitar a la gente en las villas.
Esa mañana, la hermana salió
hacia Gathuita en compañía de la hermana Margarita María Durando. Después de
casi un cuarto de hora de camino, llegó corriendo un joven diciendo que Julius
Ngare estaba en cama con una fiebre alta y quería ver a la hermana Irene. [...]
La hermana Irene, acompañada por
el catequista Ciriaco, regresó a Gikondi destruida por la fatiga y la fiebre
que comenzaba a aumentar. Ella, sin embargo, estaba feliz; no podría haber
celebrado mejor su día onomástico. Seguramente, a la salida de una cabaña toda
transpirada y al contacto con el frío de la noche, sus pulmones se hayan
afectado seriamente.
A la mañana
siguiente salió para su última visita a las aldeas. Pasó también por Kahumbu
entreteniéndose en la cabecera de Julius, cuyas condiciones habían empeorado,
lo preparó amorosamente para recibir los sacramentos y para cumplir la voluntad
de Dios. Un testigo africano ha declarado que "entrando en la cabaña donde
estaba Ngare y viéndolo en ese estado tan reducido, lo tomó, lo levantó, lo
sostuvo. Desde ese momento ella también se contagió de la peste". Al día
siguiente, de hecho, se agravó también ella y no pudo tomar alimento debido al
vómito continuo. Sin embargo, no renunció todavía a la visita a los enfermos en
las villas más cercanas. Después de haber visto a Julius, hizo llamar al padre
Andrione para que lo confesara. El jueves 23, a las dos de la mañana, el sacerdote
llevaba el viático al enfermo, mientras la hermana Irene lo sostenía. Lo
exhortaba a ofrecer sus sufrimientos a Jesús por la conversión de su gente y
por la unidad de los cristianos. De rodillas sobre la estera, estrechándolo
entre sus brazos como lo haría una madre, lo confortó con tiernas palabras: las
palabras que sabía encontrar para cada ocasión y que iban directamente al
corazón. Julius murió poco después en sus brazos”.
Y después de algunos días,
también la Hna Irene falleció por el mismo mal. Era el día 31 de octubre de
1930.
Fiesta de la Beata Irene Stefani
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