Beata Irene: su vocación
El lunes, 19 de junio, vigilia de la fiesta litúrgica de
Nuestra Señora de la
Consolata , Mercedes dio el adiós al pueblo de Anfo y al lago a los que nunca más volvería a ver.
Fue un momento de intensa conmoción para todos los presentes: desde sus hermanas,
inmóviles en la puerta al lado de la madrastra, a "sus" niñas; desde
los parientes hasta a los vecinos, muchos de los cuales habían compartido con
ella la experiencia de la fe vivida. "Viva Jesús, viva María", dijo
Mercedes abrazando a la viuda Mabellini, quien la despertaba durante el
invierno tirando la cuerdita de la campana. Y la respuesta fue la misma:
"Ahora y siempre."
la familia Stefani |
Anfo: la iglesia parroquial |
Llegaron
de noche a Turín. Juan Stefani, atravesado el umbral de la
"Consolatina", fue recibido por la madre Celestina. Según el relato
de la hermana Margarita De Maria, él se arrodilló delante de la superiora
"para confiarle su tesoro, su amada hija". La hermana también
recuerda haberse cruzado con Mercedes en la escalera que conducía al primer piso:
y "Me hizo una respetuosa reverencia relató- con una hermosa sonrisa. Esa
inolvidable sonrisa estuvo siempre presente en su rostro, como postulante y
como novicia, como profesa y como misionera". En pocos segundos, la hermana
Margarita había percibido una de las características de la futura Hermana
Irene, con la que se ganaba la simpatía de todos.
Dos
días más tarde, los tres pudieron ver personalmente al fundador. También esta
vez Mercedes y su padre se arrodillaron, como para confirmar un ofrecimiento
que a ambos costaba, pero sabían era agradable a Dios. El canónigo los bendijo,
afirmando que había sido la
Virgen Consolata a mandarle esta joven precisamente, en la
víspera de su fiesta. Después, mientras Mercedes entraba en la comunidad
femenina, donde ya se había instalado para iniciar el postulantado, él invitó a
almorzar al párroco y a Stefani, a quien regaló un cuadro de la Virgen Consolata ,
“puesto más tarde" en la iglesia parroquial, en cuya sacristía se
encuentra todavía en memoria de la primera misionera de Anfo. En el reverso se
lee: “Recuerdo que me ha sido dado por el Monseñor Canónigo Rector de la Consolata en Turín el
día 21 de junio de 1911 con ocasión del ingreso de mi hija Mercedes a la vida
religiosa en el Instituto Misionero de la Consolata ". Sigue la firma: "Stefani
Juan organista."
(Del Libro "Evangelio de la sonrisa", Carlos Montonati)
(Del Libro "Evangelio de la sonrisa", Carlos Montonati)
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