Un familia misionera/2: hoy nuestra vida es misión
Sigue el lindo testimonio de la Familia Gómez, con el aporte de los hijos Pablo y Natacha
Hoy
nuestra vida es misión… y la misión es
nuestro estilo de vida... porque el cambio empezó en cada uno, por gracia
de Dios, renovados en la fe, la esperanza y el amor. Somos testigos del amor
misericordioso del Padre, de la protección de Ntra madre Consolata y de la
intercesión del Padre Allamano, . quien nos guía y por María nos muestra el
camino, para que sea la voluntad de Dios y no la nuestra en todo y en todos. Y
este tesoro lo llevamos y lo vivimos en cada momento y lugar: nuestro hogar, la
familia, el trabajo, los amigos, en la misión en los barrios, en la animación y
formación cristiana, humana, carismática, misionera parroquial y diocesana.
Por pura
gracia y misericordia de Dios, la escuela de la vida nos está enseñando la
materia principal “el amor”
descubriendo en cada hermano al amor de los amores: Jesús presente en cada
historia de vida, en cada rostro sufriente, en cada mirada y silencio y en cada
cultura. Cada situación de la vida nos enseña a esperar en Dios y a despojarnos
de nosotros mismos, aunque cuesta; nos enseña que en la vida “todo pasa, solo
Dios basta” (Sta. Teresa de Ávila) por eso es importante la constancia y
perseverancia a pesar de las dificultades, sostenidos en la fuerza divina que
libera, salva y nos anima a trabajar por el Reino de Dios (Mt 20, 1-2). Pero
también nos enseña a poner todo de nuestra parte y esperar todo de Dios,
confiados en que Él camina con nosotros y que contamos con su gracia para
superar todo obstáculo en el camino hacia la santidad.
Hugo, Mariana y Hna Hannah |
Hola. Soy Pablo Gómez, de Formosa. Soy un joven
universitario que camina junto a la gran familia de la Consolata. ¿Desde cuándo
voy por este camino? Todo comenzó por en el año 2009. Mis padres asistieron a
una charla que trataba de misión, allí conocieron una hermana religiosa
extranjera llamada Hna Hanna Wambui Ndungu, a quien invitaron a visitar mi casa
para conocer la familia. La hermana nacida en Kenya, consagrada a la
Congregación Misionera de la Consolata, realizaba su servicio misionero en un
pueblo de Formosa: Palo Santo. Fuimos invitados a conocer a las demás hermanas
de la Consolata en su casa de Palo Santo, donde por supuesto yo no tenía muchas
ganas de ir. En ese entonces yo me preparaba para hacer la confirmación e iba a
un grupo de jóvenes de mi comunidad. CONSOLADOS PARA CONSOLAR Fue pasando el
tiempo y visitábamos con frecuencia a las hermanas misioneras, ellas nos
contaban sobre su congregación: el fundador Beato José Allamano, el carisma, su
lugar en el mundo y diversidad cultural que tiene y, sobre la Misión. Sin darme
cuenta me fue llamando la atención aquel estilo de vida muy particular, y
empecé a participar activamente en el espacio misionero. Tuve la oportunidad de
conocer más al resto de esta gran familia formado por jóvenes, laicos,
sacerdotes y hermanas. Participé de encuentros, retiros, misiones organizadas
por la Consolata. En cada uno de ellos se percibe fraternidad y el espíritu de
familia que tanto nos caracteriza. Así fue mi camino, un tanto dudoso al
principio, me preguntaba ¿era esto lo que quería? Ahora puedo afirmar esto es
lo que quiero: compartir con todos la razón de mi felicidad, ser instrumento de
Dios para acompañar a los que me rodean y llevar oídos y brazos abiertos a
quienes lo necesiten.
Un familia misionera/2: hoy nuestra vida es misión
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