Anfo: los orìgenes de la Beata Irene
Anfo,
en la provincia de Brescia: lugar donde nació nuestra Beata Irene. Será por
deformación profesional (soy periodista desde el lejano 1958), y no soy capaz
de hablar de un personaje sin haber visto al menos los lugares donde este ha
vivido.
Anfo,
sobre todo hoy, es un lugar encantador para pasar las vacaciones: se encuentra
a 400 metros
sobre el nivel del mar, en la parte inferior de la Val
Sabbia cerca de la desembocadura del torrente Re y en la ribera del lago de Idro (el antiguo Eridio), un espejo de
agua sugestivo que se asemeja a un
fiordo noruego, rodeado de montañas empinadas. Ofrece un atractivo turístico
gracias al “fuerte” erigido por la República Véneta en el año 500 y desmantelado en
1796 por orden de Napoleón, que lo reemplazó por otro entre los años 1802 y
1805. Garibaldi lo usó para preparar su campaña en el Tirol, y en los años
sucesivos fue ampliado y enriquecido con nuevos bastiones. La razón era simple:
allí terminaba el Reino de Italia y comenzaba el Imperio Austro-Húngaro.
Obviamente, después de la guerra de 1915 al 1918, la fortaleza perdió su
importancia. En 1975 fue evacuada. El fuerte hoy es un objeto de curiosidad
para los veraneantes que, costeando las laderas del monte Censo hasta el límite
extremo de las fortificaciones, disfrutan del espléndido panorama sobre el lago
y sobre el valle.
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el lago de Idro en cuya orilla se encuentra el pueblo de Anfo |
En la época en que la fortaleza
estuvo funcionando la escoltó un regimiento de “bersaglieri” cuerpo especial de la infantería del ejército real (en invierno) o de Alpinos (en verano), pero cuando se efectuaban los
adiestramientos, ésta se encontraba custodiada por una aglomeración de
soldados. Al mirarla, espontáneamente vienen a la mente escenas del buzzatiano Desierto de los tártaros (obra maestra de
Dino Buzatti). Incluso en tiempos normales este puesto fronterizo también
brindaba a los pobladores de Anfo un cierto bienestar económico a motivo del
comercio que rondaba en torno al mismo y a las ventajas de tener asistencia
médica y farmacéutica gratuita; pero este bienestar era muy relativo ya que el pueblo se estaba
volviendo cada vez más pobre.
Antonio
Fappani, gran estudioso de las realidades de Brescia, en su libro titulado Anfo África Almas- siguiendo las huellas de
Irene Stefani, nos informa que, junto a una agricultura más bien escasa y a
la pesca, en el pasado lo que sostuvo a la economía fue la elaboración del
hierro. Posteriormente, a finales del siglo XIX, con el cierre de las últimas
fraguas (1888), el abandono de la cría del gusano de seda y el cese de la
actividad en la última fábrica textil, a los habitantes de Anfo no les quedó
otra alternativa que volver a
dedicarse a la pesca, o bien como hicieron muchos, cruzar la frontera para trabajar
en el exterior como jornaleros temporales en Alemania, Suiza y Francia, o
probar suerte cruzando el Océano, en América…
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la casa de la familia Stefani donde naciò y creciò la Beata Irene |
El
26 de noviembre de 1884 se unieron en matrimonio Juan Stefani y Anunciación
Massari: con 27 años, él nativo de Anfo,
ella con 21, originaria de Treviso Bresciano, un pueblito situado sobre
la montaña en posición panorámica, en el que la religión tenía todavía un lugar
de honor, influyendo en todos los aspectos de la vida privada y social. La
ceremonia nupcial se celebró allí, en la iglesia parroquial.
También
el novio pertenecía a una familia sinceramente practicante: su padre, Antonio
Stefani, desde 1883 había sido uno de los primeros terciarios franciscanos.
Quien guió espiritualmente a Juan fue un
párroco de gran valor, el Padre Francisco Mabellini. (Eran tiempos
difíciles para los católicos italianos). En un informe sobre el
"status", parroquial escrito a motivo de la visita pastoral se lee
que “la catequesis era “poco frecuentada" que “en el pueblo se habían
verificado dos casos de separación (él los llama "divorcio"), que
había quienes blasfemaban y que no faltaban individuos sospechosos de herejía".
Hay
que recordar que en 1866 la zona y los valles circundantes habían sido
recorridas por tropas garibaldinas durante la campaña que había visto a
Garibaldi inútilmente victorioso en Monte
Suello y en Bezzecca, habiéndosele luego ordenado evacuar el Trentino
después del armisticio de Cormons y a las candentes derrotas sufridas por los
italianos en Custoza y Lissa. Estos
acontecimientos no estuvieron exentos de fuertes repercusiones en el tejido
social: pues efectivamente, los voluntarios, no miraban solamente a la batalla,
sino más bien estas eran vistas en el contexto de una lucha que pretendía
lograr la unificación de Italia llevando y difundiendo también las nuevas ideas
liberales y el anticlericalismo de estilo masónico, que fuertemente se
arraigaban en ciertas zonas culturalmente más débiles. Además, por primera vez,
al paso de los camisas rojas, la gente de Anfo y de Ponte Caffaro tuvo que
reforzar las cerraduras de las casas para proteger la seguridad de sus mujeres.
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desde el Kenya hasta a Anfo la grande fiesta para la betificaciòn de Irene |
Por otra parte, a
fomentar y acrecentar la confusión en campo religioso en esta zona, contribuyó
mucho un sacerdote barnabita - el boloñés Alejandro Gavazzi (1809-1889) - que,
reducido al estado laical y expulsado de su orden, había seguido a Garibaldi en
las diferentes campañas, intentando luego dar vida a una "Iglesia libre
cristiana en Italia", sosteniendo sus principios con una intensa actividad
publicitaria,
Afortunadamente el
núcleo duro del catolicismo local había resistido bien al impacto de la ola
liberal. La reacción no tardó mucho en hacerse sentir en Val Sabbia, ya en los
años 80, gracias al incansable celo del citado Padre Mabellini, quien después
de haber ocupado el cargo durante más de medio siglo murió en concepto de
santidad; y de su sucesor, el Padre
Andrés Pelizzari, quien también tendrá un papel importante en la evolución
espiritual de la futura hermana Irene.
Dotado de un discreto
bagaje cultural que actualizaba periódicamente con estudios serios, el padre
Pelizzari siguió las huellas de su predecesor demostrando ser un sacerdote en
toda regla: buen predicador, prestigioso confesor, sabía animar también a los
laicos, animándolos a participar en el servicio parroquial e insertándolos en
las llamadas "congregaciones" (en Anfo habían dos: la del SS
Sacramento y la de las Madres cristianas). Por otra parte, el oratorio
completaba la formación religiosa de los jóvenes y de las chicas, mientras se
iba consolidando la Obra
de los Congresos precursora de la Acción Católica , que ya en 1883 se había
establecido también en la parroquia de Anfo: de hecho, bajo el impulso de este
movimiento, se organizó en el pueblo una biblioteca circulante y se fundó s la Sociedad Obrera del
Mutuo Socorro
Otras manifestaciones importantes de esta
reacción fueron las generosas donaciones para el '"Óbolo de San
Pedro" y la recolección de firmas de protesta contra el proyecto de
introducción del divorcio. La masonería continuaba su batalla contra la Iglesia , pero esto
precisamente alentaba a los católicos a reunirse "en una compacta
falange", como sugería hacer el abogado José Tovini (beatificado por Juan
Pablo II en 1998), incitando a "la laboriosidad para el triunfo de la Iglesia y de sus
sacrosantos derechos". Es justo decir que también quienes influyeron en la
religiosidad de las comunidades parroquiales de Brescia fueron algunas grandes
figuras de obispos: primero el obispo Jerónimo Verzeri, a quien León XIII había
definido como "una de las joyas más brillantes del Episcopado
italiano", y desde 1883 su sucesor, Mons. Santiago Corna Pellegrini
Spandre, quien apenas elegido empezó su visita pastoral, celebró un Sínodo
(1889) y se dedicó apasionadamente al seminario y a su clero, con resultados
tangibles. En pocos años, bajo su liderazgo, aumentaron las vocaciones sacerdotales
y se renovaron los instrumentos tradicionales de evangelización y formación
cristiana: las confraternidades, las terceras órdenes, las escuelas de doctrina
cristiana, la devoción al Sagrado Corazón, el culto Eucarístico y la piedad
Mariana.
sigue
(del libro "El Evangelio de la sonrisa" de Carlo Montonati)
Anfo: los orìgenes de la Beata Irene
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